Arquitectura: la forma no sigue la función

¿Cuándo fue la última vez que visitaste un parque y te sentaste a admirar el paisaje o simplemente pasar el rato con amigos o familiares? ¿Has visitado el centro histórico en los últimos meses? ¿Conoces nuestro patrimonio cultural?

Si tu respuesta a la mayoría fue no, no te preocupes, eres como la mayor parte de la población hondureña.

Según Frank Lloyd Wright, la arquitectura es la vida, la vida misma tomando forma tal como fue vivida en el mundo de ayer, tal como se vive hoy en día, o se vivirá. Las personas utilizan la arquitectura y el diseño y lo moldean, para satisfacer sus diferentes necesidades y llevar una vida más plena. De igual manera, la arquitectura ha servido como testimonio de una cultura. Con ella se puede enriquecer el sentido de identidad y los valores que se comparten en sociedad.

En pleno siglo XXI es importante reconocer la naturalidad de los cambios que están ocurriendo en nuestro alrededor. La tecnología, el dinamismo de nuestras ciudades, entre otros factores, han cambiado nuestro estilo de vida drásticamente. Y la arquitectura y el diseño no son la excepción. Sin embargo, ¿conocemos realmente los límites de nuestras necesidades?, y también ¿hemos llegado a un punto donde ya no reconozcamos la diferencia entre el buen diseño y el mal diseño?

Para Honduras, y específicamente Tegucigalpa, ésta es una situación crítica. En los últimos años, la ciudad ha cambiado tanto que no distinguimos la velocidad en que se producen todos estos cambios. Los monumentales pasos a desnivel, la ampliación de vías, el Trans 450, la inauguración de rotondas y ‘‘parques o áreas verdes’’, y como no mencionar la implementación ubicua del Barrio Seguro. Todos estos elementos a diario nos envían mensajes, literales e inconscientes, que forman una imagen de nuestra ciudad y de cómo la percibimos. Así, evitamos lugares o recorremos algunos con precaución, aumentando nuestro sentido de inseguridad y no de curiosidad. Por ende, el diseño urbano existente nos aleja y separa, y no invita a vivir en comunidad.

Ciertamente esta desunión empobrece nuestro sentido de identidad hondureña y deja su marca en la ciudad. Podemos ver la arquitectura de otros países como Colombia y Guatemala y comprendemos sus razones de ser, pero en Honduras esas razones no son muy claras. Realmente no conocemos el valor y el potencial de nuestra cultura y arquitectura, ni de los proyectos ‘rescate’ que se han llevado a cabo. Casa Quinchon, Techos Verdes (en SPS), el MIN, entre otros, son proyectos que exaltan nuestras raíces, pero únicamente representan un granito de arena en el mar de conformidad que hunde nuestras ciudades.

Pero este conformismo no solo recae en las manos de nuestros dirigentes, sino en todos nosotros. Nuestro sentido de preservación puede mejorar si existiera una participación ciudadana más activa. El alcance de esto puede ir desde el desarrollo de proyectos más elementales e inclusivos a simplemente conocer los proyectos que se realizan en nuestras colonias. Estamos tan desconectados con nuestro alrededor que dejamos que la resignación dicte nuestras acciones y no abrimos campo para el cambio.

En conclusión, existe un gran camino que recorrer para mejorar nuestra arquitectura y urbanismo. La arquitectura es todo espacio que recorremos, una parte muy importante de nuestras vidas, pero también es arte visual, y los edificios hablan por sí mismos. Sin embargo, la arquitectura no puede progresar si la cultura hondureña no es compartida ni preservada. Todo esto comienza desde la enseñanza de valores, la apreciación de quiénes somos y lo que somos capaces de hacer, y la importancia de nuestros recursos. Estamos conscientes de la magnitud de los problemas políticos y socioeconómicos que afectan el país, entonces ¿en realidad lo que Honduras más necesita ahora son pasos a desnivel o son otras sus necesidades?

Bibliografía

La Tribuna. (2017). Igual que el puente aéreo habilitado en 2016 en El Prado, se realizan estudios para construir otras modernas obras en Tegucigalpa. [Figura]. Recuperado de www.latribuna.hn