Perspectivas sobre el manejo de la crisis económica por el COVID-19

Estamos pasando momentos difíciles. Pero no es la primera vez. La historia reciente registra desastrosos eventos naturales que conmovieron al país y al mundo. Muchos de ellos afectaron la vida de la gente, amenazando su supervivencia, debilitando las fuentes de su sustento diario, destruyendo sus ciudades y paralizando las actividades diarias de los ciudadanos. 

En nuestro paíshemos tenido huracanes, inundaciones y temblores que han quedado grabados en la memoria de generaciones por sus terribles efectos sobre la infraestructura y la producción nacionalBasta recordar el Huracán Fifí de 1974 y el Huracán Mitch de 1998 para entender la destrucción y el desconcierto que produjeron antes, durante y después de su paso por el país. 

También, hemos sido afectados por el paso de plagas y enfermedades que, en reiteradas ocasiones, han afectado los cultivos y los bosques deteriorando la vida y el bienestar de la poblaciónHace 40 años la broca y la roya, insecto el primero y enfermedad la segunda, causaron graves daños económicos a las plantaciones de café y al sustento de miles de productores.   

A partir de 1995 las extensiones de cocoteros en las costas fueron diezmadas por el llamado amarillamiento letal del coco, enfermedad transmitida por un insecto. Desde el año 2015, el gorgojo descortezador del pino afectó, considerablemente, grandes extensiones de bosques, poniendo más en precario la vida y los recursos naturales de las zonas afectadas. 

El país también ha sobrevivido en reiteradas ocasiones a los embates de las enfermedades de diferentes orígenes y transmitidas por diferentes vías y que han contagiado a su gente. A principios del siglo pasado la fiebre amarilla devastó en más de una ocasión la población del país. Desde hace cuarenta años el VIH ha causado la muerte de miles de personas en la región centroamericana. Recientemente el dengue, el zika, el chikunkuya también han producido la muerte de miles de hondureñosAhora, el mundo entero sufre el ataque deSARS-COV-2 que produce la enfermedad COVID19. Este virus amenaza nuevamente con paralizar las economías y matar a miles de personas a nivel mundial. 

Es muy temprano y atrevido hablar de números para cuantificar los posibles daños del COVID-19 a la economía hondureña. Sin embargo, es seguro que una propagación del virus en Honduras similar a cómo está ocurriendo en España e Italia, sometería al país a una situación muy difícil de enfrentar. Se trataría de una situación que pondría a Honduras en una situación de emergencia no de semanas, sino de meses. Ante esto solamente cabe una respuesta: la implementación de las medidas de emergencia sanitaria con el propósito de reducir la probabilidad del contagio de persona a persona y de aplanar la curva exponencial de contagio. El cumplimiento de estas medidas y la eficacia de las mismas reducirían la duración y el grado de la parálisis económica. 

De acuerdo a las estadísticas oficiales, en cada trimestre económico durante el año pasado, el PIB a precios corrientes fue de alrededor de 147,000 millones de Lempiras. Tomando ese dato como base del siguiente cálculo se podría proyectar que una emergencia nacional que paralice completamente por dos semanas al país causaría una caída de 24,500 millones de Lempiras en la producción. Esto tiene implicaciones adicionales que se manifestarían en la reducción del consumo, la inversión y el comercio exterior.  

Adicionalmente, impactará en el mercado laboral, caracterizado ya por sus graves indicadores de desempleo y subempleo. Sin embargo, la crisis provocada por el COVID 19 no será ni tan corta, pero tampoco paralizaría por completo la economía en sus diferentes etapas. De allí que los escenarios son innumerables; sin embargo, el anterior cálculo se queda corto, si consideramos que la crisis se proyecta más allá de superada la emergencia sanitaria. En primer lugar, la crisis no es solamente hondureña sino también de otros países que entran y salen de la emergencia en momentos diferentes, haciéndose sentir en Honduras por más tiempo. De tal forma que muy probablemente los efectos irán más allá de un trimestre. 

Existen efectos que irán configurándose en el transcurso de la pandemiaCerca de 1.4 millones de hondureños están bajo la categoría de “cuenta propia”, no son ni asalariados ni son empresarios. Ellos tienen micro emprendimientos y viven de las ventas del día. A ellos, la paralización económica les anula cualquier ingreso. El endeudamiento de sectores importantes de la economía ante la ausencia de ingresos agregará elementos críticos para ellos y para el sistema financiero nacionalLos trastornos en el sector exportador serán evidentes con un cluster maquilador que ocupa a 160 mil hondureños con una exportación mensual de alrededor de 360 millones de Dólares y que ya paró por una semana sus actividades. La recaudación tributaria se reducirá provocando limitaciones en el financiamiento de todas las líneas presupuestarias incluyendo el servicio de la deuda pública. 

Esta crisis sanitaria y sus consecuencias posteriores obligan a replantear la política económica del país. Sin pretender agotar la discusión y los temas, los puntos centrales para enfrentar las consecuencias económicas de la pandemia son entre otros: 

  • Revisión exhaustiva del Presupuesto General de la República para reenfocarlo, reduciendo gastos superfluos y enfrentar las carencias en los sectores que han quedado expuestas en esta crisis. Es importante para la fase post-crisis sanitaria priorizar gastos e inversión pública en la construcción de sistemas de salud pública, de educación pública y formación profesional de cobertura nacional y de calidad. 
  • Cumplir finalmente con los altos estándares de eficiencia y eficacia requeridos en la ejecución de todo gasto e inversión pública. Someter el uso de los recursos públicos a un riguroso mecanismo de revisión por entidades autónomas. Esto aplica tanto para los recursos utilizados durante la emergencia nacional así como los posteriores. 
  • Implementación de una política de endeudamiento público prudente que haga solicitud de recursos adicionales prestados solamente si los recursos internos identificados y reasignados no ajustan.   
  • Los recursos financieros que se canalizan desde la banca estatal deben llegar con productos financieros creados a la medida de los sectores más vulnerables y más afectados por la crisis sanitaria priorizando la producción agropecuaria y del pequeño emprendedor de la producción, comercio y servicios del país. 
  • Compensación a los sectores más afectados, trabajadores por cuenta propia y pequeños emprendedores a través de tarifas reducidas en el uso de servicios públicos, ampliación de plazos para pago, eliminación de cargos por mora en impuestos nacionales y municipales. 
  • Desde el sector financiero privado deben crearse propuestas que ayuden a paliar el sobreendeudamiento de muchos hogares hondureños. Algunas propuestas que deben quedar sobre la mesa de las instituciones financieras para su discusión y aprobación son la moratoria en el pago de deudas durante la crisis sanitaria, renegociación de plazos, reducción sustancial de intereses sobre deudas y cancelación de intereses moratorios.  

Unas más que otras de estas calamidades, dejaron por su paso un camino de destrucción y de daños económicos irreversibles. Pero queda una experiencia más, el registro histórico no indican los pasos equivocados y también las buenas decisiones que se tomaron.

Esta nota es un aporte del Comité Científico COVID-19 de UNITEC y CEUTEC.