Hablemos de vivir

“La vida no se trata de un problema a ser resuelto, se trata de una realidad a ser experimentada.” – Soren Kirkegaard

Quiero enfocarme en un tema controversial, pero más que controversial, yo le llamaría: delicado. Se trata del suicidio. Las cifras de suicidios en el mundo son alarmantes.  Según la Organización Mundial de la Salud, cada año se suicidan alrededor de 800,000 personas en todo el mundo.

El suicidio se puede producir a cualquier edad, sin embargo, el riesgo incrementa a medida que nos acercamos a la adolescencia, posicionando esta causa como la tercera en el ranking de las causas de muerte entre adolescentes; siendo la primera los accidentes y la segunda los homicidios.

Las personas que deciden quitarse la vida por lo general han tenido alguna conducta suicida anteriormente, o bien,  han intentado hacerlo,  y 1 de cada 20 intentos de suicidio acaba convirtiéndose en uno.

Todos tenemos el riesgo de experimentar situaciones desagradables en la vida y de tener días realmente malos. Esto es algo que el ser humano no tiene la capacidad de controlar, lo que podemos controlar es como reaccionamos ante las situaciones que experimentamos. Pero se nos olvida que no estamos solos, que somos seres sociales, y como seres sociales necesitamos de otros para sobrevivir; pensamos que pedir ayuda nos hace vulnerables, cuando en realidad son los valientes los que se acercan a pedir ayuda, porque ya reconocieron que solos no podrán enfrentar estas situaciones y que un profesional sí les puede ayudar.

Un famoso joven conferencista mexicano llamado Farid Dieck menciona en una de sus pláticas que no estamos vivos POR algo sino PARA algo, y que no estamos por una causa sino para un efecto. Es un simple cambio de semántica que, si pretendo ser completamente sincero con ustedes, te transforma la vida.

La manera más fácil de controlar el exterior, es controlando el interior primero. La mente es poderosa, es como un jardín y los pensamientos son las flores, y como en todo jardín, solo crecerán las flores que reciban atención. Así que si se enfocan en darle atención a los pensamientos negativos, obtendrán resultados negativos, pero si enfocan en darle atención a los pensamientos positivos pues los resultados serán positivos. La fórmula es sencilla, cosechás los frutos que sembrás.

No soy una persona mayor, tengo apenas 22 años, sin embargo, he tratado con una vasta cantidad de personas que han sido diagnosticadas con trastorno depresivo o sencillamente estan pasando por una situación difícil que no saben cómo controlar. Se acercan a mí para pedirme consejos, para ser escuchados. Si vos alguna vez te sentís así, con pensamientos de tristeza y soledad que ya no podés controlar, también te recomiendo acercarte a hablar con alguien que te pueda ayudar: un director espiritual, un profesional de la psicología, tus padres, hermanos, o alguien que sabés que buscará tu bienestar siempre.

La mayor parte de estas personas tienen esta conducta por situaciones que están fuera de sus manos, muertes de familiares o amistades cercanas, un mal trato por parte de un jefe o una ruptura con su pareja. Cuando me relaciono con las personas que forman parte de este grupo, doy lo mejor de mí para hacerles saber que tienen todas las respuestas en ellos, nada más que no se han dado cuenta, y que, con la orientación correcta, saldrán más fuertes de esta situación.

En el otro grupo se encuentran las personas que sufren trastorno depresivo porque no tienen acceso a servicios públicos, problemas económicos y demás razones que no van dentro de las que mencioné en el párrafo anterior. En estos casos, invito a todas las personas a ser agentes de cambio, a esforzarse por lograr que las malas situaciones que ellos experimentan no las viva alguien más, a recomendarles enfrentar el problema y a siempre buscar apoyo en alguien profesional para mantenerlos dentro del camino correcto para resolver la situación.

Uno de mis mentores y escritores favoritos, John Maxwell, repite en todas sus conferencias y en todos sus libros que, agregar valor en la vida de las demás personas, agrega valor en la tuya automáticamente.

Esto lo podemos ver cada vez que vamos a hacer alguna visita de solidaridad, o cada vez que algún conocido nos pide ayuda y somos capaces de ayudarles. El área septal de nuestro cerebro (que es el centro de placer) presenta un notable incremento en actividad cuando tenemos una influencia positiva en la vida de otra persona.

Desde la neuropsicoeducación, ayudar a otras personas nos da placer y disminuye nuestro estrés. Por lo que yo los invito a generar contextos constructivos cotidianos para poder tener espacios en donde relacionarse y tomar a los otros en cuenta, sea una constante.

Si cada día ponemos parte de nuestra atención consciente en proponernos un espacio para ayudar, contener, escuchar y compartir con nuestros seres queridos más cercanos, es seguro que los haremos más felices a ellos, y consecuentemente, ellos nos harán más felices a nosotros. Sin dudas, nos vamos a enriquecer y educar mutuamente para aprender a disfrutar pero sobre todo a valorar la vida. Nuestro cerebro, al bañarse de dopamina nos obligará a querer repetir la conducta, por lo que sin darnos cuenta, nuestro mundo será un poco mejor cada día.

Así que recordá, si te encontrás en una situación que te mantiene ahogado en pensamientos negativos, pedí ayuda para salir de ella, y si tenés amistad con alguien que se siente así en este momento, recomendale buscar apoyo; no estamos solos, y aunque nos sintamos solos, siempre habrá alguien ahí dispuesto a ayudarnos, lo que hay que hacer es tomar el primer paso y hablar.

#HablemosDeVivir #HablemosDeSaludMental

Para más contenido positivo, podés seguir y escribirle a Ernesto en las siguientes cuentas:

  • Cuenta de instagram: @soyernestolacayo
  • Cuenta de twitter: @elacayog
  • Pagina web: www.johnmaxwellgroup.com/ernestolacayo