“Profesor: ¿Cuánto saqué en el examen?”, recuerdo haber hecho esta pregunta continuamente, hoy en día es la consulta obligada de muchos estudiantes después de someterse a una evaluación o examen, esta es una constante pues se tiene el concepto equivocado que el porcentaje obtenido define o garantiza el aprendizaje significativo.
Mientras el estudiante se preocupa por su evaluación, parcial o final, estamos pasando por altos elementos básicos de retroalimentación que permitan y faciliten verdaderamente los procesos de comprensión del aprendizaje, expertos coinciden en que un examen, por sí solo, no puede ser considerado como un indicador de conocimiento y desempeño.
Con lo anterior no se pretende descalificar la aplicación de test o pruebas para medir lo aprendido, pero si a estas evaluaciones le incorporamos el componente formativo, como recomiendan los especialistas en transformación de la calidad educativa, el profesor podrá darse cuenta en realidad del avance académico de sus estudiantes y poner atención en las necesidades y aspectos a mejorar a nivel individual y grupal.
La educación moderna requiere de metodologías docentes orientadas a la innovación en el aula y en donde el objetivo fundamental sea el estudiante, esquemas de enseñanza enfocados en la interiorización de un aprendizaje fructífero, este es el tipo de enseñanza que deja marcas permanentes y sirve para su desempeño personal y profesional.
La creatividad y la innovación como nuevos parámetros para medir la calidad educativa comienzan en el aula de clase, transformando el entorno de un espacio hasta hoy blindado y manejado a criterio personal de un maestro que imparte su clase de manera lineal a un grupo de estudiantes.
Las características del aula del siglo XXI, planteadas por Pérez Tornero (2014), tecnología y pedagogía en las aulas, resumen de manera significativa que el salón de clase debe estar sujeto de manera constante a modificaciones en seis áreas específicas y que pueden resultar altamente efectivas en la tarea de enseñar y de las que haremos una pequeña síntesis.
La organización del espacio físico: haciéndolo flexible y adaptable a las necesidades de los estudiantes, la comunicación con los docentes y facilitando un mejor seguimiento en el desempeño.
Conocimiento: con un enfoque interdisciplinar y aplicando múltiples recursos que se adapten a los diferentes contextos, metodologías que respondan a una diversidad de estilos de aprendizaje (textual, visual, audiovisual, auditivo, interactivo) que permitan a los estudiantes acceder a información de distintas fuentes.
Tecnología: pasando del libro de texto a la multiplicidad de dispositivos y recursos y contenidos que permitan a los educandos obtener información, procesarla, contrastarla con otras y analizarlas.
Interacción: pasando del rol docente como autoridad conocedora y transmisora de conocimiento, al aprendizaje colaborativo, facilitando a los alumnos salir de su papel pasivo para asumir uno activo en beneficio de su propio aprendizaje.
Metodología: de la enseñanza homogénea al aprendizaje personalizado, de la memorización a la puesta en práctica, a la reflexión crítica y al fortalecimiento de procesos, actitudes y capacidades.
Motivación: llevando al alumno a encontrarse y explotar sus propias fortalezas y habilidades en la resolución de problemas cotidianos.
En un mundo cambiante y con nuevas tecnologías lo que hoy se enseña puede estar obsoleto en el corto plazo, por tanto, se debe adaptar la enseñanza a procesos formativos en los que los estudiantes aprendan a adaptarse a los cambios, en este sentido es importante velar por el aprendizaje significativo, un estudiante que aprende hoy, será un profesional exitoso mañana.

Se ha desempeñado en el ámbito periodístico de manera continua en Radio, Televisión y Prensa Escrita y Digital laborando en su carrera hasta ahora en los medios de Comunicación más importantes del país.
En la actualidad, es el Jefe Académico Nacional de la Carrera de Periodismo en el Centro Universitario Tecnológico CEUTEC de UNITEC,